LA DIABLADA ES DE BOLIVIA
De un tiempo a esta parte, tanto Perú, como Chile, han venido robando o apropiándose de las danzas bolivianas, como muestra clara esta lo ocurrido en esta ultima versión del Rally Dakar 2015, en una de las poblaciones chilenas, donde llego el Rally, los competidores fueron recibidos con la danza de la Diablada boliviana, esto ya es inaudito y raya en el colmo de la sinverguenzura de estos países.
Lo mismo ocurre con el Perú, en pasados días pidieron que se declare Patrimonio Cultural a la fiesta de la Candelaria en Puno, fiesta que se desarrolla íntegramente con danzas bolivianas y bajo el argumento que estas son danzas andinas y pueden apropiarse de las mismas.
Para conocimiento de todo el mundo, la Danza de la Diablada es una cosmovisión andina con profunda inspiración religiosa, parte del descubrimiento de la imagen de la milagrosa Virgen de la Candelaria en la habitación del famoso ladrón Nina Nina, probablemente en el Siglo XVIII. Virgen que fue reconocida por los mineros de Oruro como la madre protectora del pueblo trabajador, y bailar de diablos precisamente para no provocar en enojo de Tío de la mina.
La imagen del "Tío" como se denomina al Diablo, es motivo de culto en todo el ámbito minero de Bolivia. En épocas prehispánicas, los indios Urus, de cuyo nombre proviene Oruro, creían en la existencia de demonios era el Huari o Wari, poderoso ogro que habita las montañas. Según la versión de la leyenda que refiere la intervención de Huari en los orígenes de la explotación minera.
El que convenció a la gente de que deje su trabajo en el campo y entre en los socavónes para encontrar las riquezas que el tenia allí depositadas, Se alejaron de la vida virtuosa, del cultivo de la tierra para llegar a las borracheras y orgías con su riqueza mal ganada en las minas. Luego llegaron una víbora monstruosa, un lagarto, un sapo y un ejercito de hormigas, todas dispuestas para devorarlas. Todos fueron heridos con rayos mientras avanzaban hacia la ciudad, cuando uno de ellos invoco a la Ñusta, la virgen Inca, luego identificada con la Virgen del Socavón, convirtió estos animales en graníticos cerros tutelares, y a las hormigas en pequeñas dunas de arena.
Como dice Mila y Fontanals:
En el siglo XVI con el mito mefistofelico nació en la ciudad boliviana de Oruro el ritual coreográfico que se conoce con el nombre de LA DIABLADA.
La danza de los diablos ha sido convertida por el entusiasmo del pueblo en una verdadera parada coreográfica que invade las callejuelas y se remansa en los plazones del pueblo. Su música irrumpe jocunda, en ritmo musical, alternada por espacios en tono menor que da lugar al dialogo en que, con gesto heroico, se enfrentan los figurantes. Su melodía entusiasta y contagiosa, ha conseguido avanzar desde los cerros y las chozas de piedra, hasta grandes salones urbanos.
Se dice que cuando un malhumorado genio subterráneo perjudicaba la faena de los mineros haciendo desaparecer las vetas del metal, estos invocaban la protección divina, veían a esa virgen ahuyentar, mas repuesto del terror, los obreros pudieron con fe, retomar al interior de la tierra.
Desde entonces el festival vino a ser organizado mimicamente al servicio de la campaña catequista y los figurantes pasaron vestidos con los atributos de Lucifer, Satanás o Belcebú, de conformidad a la estampa renacentista.
Hoy LA DIABLADA es el ejercicio pedagógico desprendido del relato bíblico. Es una operación rítmica recuperada de su antigua esencia y sujeta a reglar rigurosas. Con visajes, secuencias de movimientos y multiplicidad de personajes, puesta su sentido al servicio de la adoctrinación religiosa.
En su etapa de adaptación bien pudo LA DIABLADA ser uno de aquellos numerosos autos de fe, o uno de aquellos instrumentos usados en las grandes cruzadas del cristianismo. Sea como quiera, la danza se ha extendido a las comarcas del altiplano andino adquiriendo su mayor brillantez cuando son ejecutadas en su ambiente, junto a los socavones del estaño.
POR TODO ESTO, LA DIABLADA FUE, ES Y SERA DE BOLIVIA