Una nueva forma de mediterraneidad, económica y política, viene a sumarse a la geográfica que ya padecía Bolivia, lo que supone un nuevo obstáculo al desarrollo del país.
Se trata del creciente aislamiento generado por la errática política de los shows “nacionalizadores” del presidente Evo Morales, que están provocando una serie de contramedidas reactivas de parte de distintos gobiernos occidentales, que van desde el recorte de preferencias arancelarias para las exportaciones bolivianas hasta la reducción de la cooperación internacional.
Los datos son contundentes: Morales recibió a comienzos del 2006 un país con un 43,4% de exportaciones libres de aranceles, cifra que se redujo al 35,6% durante la gestión del mandatario cocalero.
Mientras tanto, el posible recorte de la ayuda es una de las opciones que baraja el nuevo ministro de asuntos exteriores de España, José Manuel García-Magallo, a raíz de la estatización de la Transportadora de Electricidad (TDE).
La situación se complica aún más por la total falta de seriedad con la que el gobierno maneja el asunto. Hoy mismo, el vicepresidente García Linera salió a la palestra para contradecir lo afirmado días atrás por el presidente Morales, quien había anunciado una compensación a la empresa expropiada cercana a los 40 millones de dólares.
Ahora, según el vice, la compensación será “minúscula” y no sobrepasará los 5 millones de dólares.
Si al menos se hubiese tratado de una nacionalización verdaderamente estratégica para el país, tal vez habría valido la pena el desafío a la comunidad internacional.
Lo penoso es que los bolivianos tengan que sufrir sanciones económicas por una medida improvisada, implementada como cortina de humo ante la actual ola de conflictividad social.
Publicado por: Emilio Gutierrez
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